lunes, 29 de septiembre de 2008

¿INDIVIDUO/A?



Por Architeutis Dux

El ser humano es un ente individual e individualista. Antes de convertirse en gregario hace miles de años, el hombre se buscaba la vida solo. No tenía leyes de convivencia, porque vivía en solitario. La procreación era un hecho puntual, resultado de un acto primario e instintivo. Como los osos, el apareamiento reunía eventualmente a dos individuos, en aquel entonces siempre de sexos distintos, pero esa sociedad se disolvía poco después y, al crecer, la prole se disgregaba y emprendía su propio devenir, en solitario. Más tarde, los peligros que les acechaban en forma de animales aún más salvajes, accidentes naturales, enfermedades (entre ellas, la soledad) y la falta de alimento fácil llevó al ser humano a juntarse en grupos más o menos numerosos. Fue el principio del fin.

La convivencia exige normas, y éstas pueden acatarse o transgredirse. El amplio círculo de territorialidad que rodeaba a cada individuo se estrechó peligrosamente y, con el tiempo, ha llegado a ahogar al ser que protegía y, con él, a las civilizaciones constituidas. ¿Por qué, si no, han desaparecido todas las civilizaciones no actuales, algunas tan poderosas como la de los romanos, dueños y señores de medio mundo? ¿Por catástrofes naturales? La única catástrofe natural de este planeta es el ser humano gregario. De cualquier raza. En cualquier lugar. Las sociedades de individuos se asientan donde pueden, se expanden hasta donde pueden y crecen, pero siempre crecen más que el lugar que puede albergarlas. Y los recursos que la naturaleza genera, que casi siempre crecen en progresión aritmética, nunca son suficientes para abastecer a los miembros de esas sociedades, que siempre crecen con progresión exponencial. Y se autodestruyen. Y cuanto mayor es el grupo, mayor es la aberración.
El ser humano es intrínsecamente egoísta y no le gusta compartir; lo lleva en los genes. La sociedad en la que se inscribe al nacer tiende a modificar ese comportamiento natural y para ello “educa” al individuo. Palabras como “urbanidad” (que viene de urbe, ciudad populosa), “espacio vital” (que viene de vida), “libertad personal”, “derechos de los demás” (que viene de los otros, los que no son yo), bombardean a diario al individuo genuinamente solitario que tiene que ser “civilizado o domesticado” para poder vivir en sociedad, rodeado de semejantes competidores (la competencia también está en nuestro archivo genético o “disco duro”) dispuestos a aumentar su nicho a costa de reducir el suyo. Y como individuos independientes, cada uno tiene su propia opinión e intenta hacerla valer a ultranza. ¿Solución? La democracia. Pero este pernicioso y malentendido don que no funcionó con sus inventores, los griegos, ni con sus imitadores, los romanos, será motivo de otro artículo.

Sin embargo, las desgracias nunca vienen solas. Cuando éramos individuos sin asociaciones de falsa conveniencia, nuestra esperanza de vida era, comparada con la actual, mucho más corta. Ahora estamos condenados a vivir este reality show durante unos 90 años, siempre que crucemos la calle con cuidado y no nos atiborremos de grasa en la complacencia de nuestro sedentarismo. Cuando éramos seres libres, los ataques de corazón sobrevenían debido al pánico de ser perseguidos por un carnívoro hambriento más veloz que nosotros. Era una enfermedad corta que terminaba bruscamente en el estómago del depredador. Ahora, las enfermedades impensables entonces, como el sida, las cardiovasculares, el cáncer, las degenerativas, no existían o no tenían tiempo de desarrollarse. En lo único que hemos “fracasado” es en el famoso stress, compañero inseparable de la vida natural y salvaje, y que hemos conservado, perfeccionado y aumentado. Nos mata igual.

Nuestra civilización, por lo tanto, está condenada a desaparecer, como todas. Estamos reuniendo todos los ingredientes de la fórmula necesaria para que suceda. Superpoblación, deforestación, sobrecalentamiento, hambruna, pobreza extrema, exceso incontrolado de natalidad... Falta poco.

La diferencia con las anteriores debacles será que afectará a todo el planeta y, con un poco de suerte, quedará algún superviviente que empezará su nueva vida solo, único, como individuo.

¿SERÁ CAPAZ ESA NUEVA RAZA DE NO CAER EN EL ERROR DE PERDER SU IDENTIDAD AGREGÁNDOSE A OTROS INDIVIDUOS, PERDIENDO ASÍ SU INDIVIDUALIDAD?

ANTES, ¿SEREMOS CAPACES NOSOTROS DE CAMBIAR EL RUMBO QUE LLEVAMOS Y QUE NOS CONDUCE IRREMEDIABLEMENTE A NUESTRO FINAL?

No hay comentarios: